¿Qué tienen en común Unamuno y un astronauta? ¿Qué relación puede existir entre "La Celestina" y unas muñecas de porcelana? ¿No es extraño hablar de libros redondos y del descubridor de América casi al mismo tiempo?
Pues sí. La verdad es que hablar de estas cosas es un tanto extraño, pero quizá sea aquí donde reside la magia. Una magia que "enhechiza la voluntad" de volver a sentirla. Esta magia no reside en pociones mágicas ni encantamientos; reside en una ciudad. Una ciudad para perderse. Una ciudad para vivirla, para sentirla, para… Visitarla.
Es una ciudad universitaria de día, preciosa cuando el sol ilumina sus torres, plazas, y fachadas. En una delicia pasear por sus plazas, ante el bullicio de turistas y estudiantes. Es una ciudad limpia, sorprendente y encantadora al atardecer.
Pero cuando cae la noche, las callejuelas y monumentos de la ciudad cobran matices de insospechada belleza. Hay ciudades que necesitan verse de día, porque en la noche pierden su encanto. Las hay que solo pueden verse de noche, porque de día no aportan nada.
Pero no esta ciudad. Ésta es una ciudad mágica en la noche, y encantadora durante el día. No podrás decir que conoces Salamanca si no las has visto de día, ni sentido de noche.
Cualquier cosa es posible en esta pequeña ciudad. Perderse por los alrededores de la Catedral a media noche es toda una aventura: puedes encontrarte al mismísimo diablo, dando una de sus oscuras clases de brujería; o quizá te cruces con el Licenciado Vidriera, un estudiante que perdió la cabeza por una mujer hasta el punto de creerse forjado en vidrio.
Como veis, en esta ciudad pueden pasar muchas cosas. ¿Qué se puede esperar de una ciudad en la que los estudiantes pintaban en las paredes con sangre de toro? ¿Qué esperar de la ciudad que dio a luz la frase "irse de picos pardos"?
Y es que en una ciudad en la que ranas y astronautas se cuelan entre monos que parecen comer helados de dos bolas, sirenas que se miran al espejo o representaciones religiosas, cualquier cosa es posible.
Sé que no tiene mucho sentido, sé que mis palabras os pueden sonar un tanto inconexas, pero una vez realizada una visita guiada a la ciudad todas estas rarezas e ideas tomarán sentido.
En una visita guiada por la ciudad descubriréis quién dijo "Quod Naturam non dat, Salmantica non praestat"; conoceréis qué nexo puede existir entre salir a comer al campo un hornazo y una historia de prostitutas; y por supuesto, conoceréis las curiosidades más sorprendentes de los estudiantes salmantinos: el derecho de pataleo, los vítores, los capigorrones, el origen de la Tuna…
Y no os extrañe que comience la explicación del Aula de Fray Luis de León de la antigua universidad con la frase "Como decíamos ayer…", pues, aunque ahora carezca de sentido, la explicación os aportará los datos necesarios para comprender tal desbarajuste de información.
Quevedo, Calderón de la Barca, Unamuno… no son pocos los literatos que pasaron por las aulas de esta ciudad, y es que ellos sabían ya en sus tiempos algo que todos ustedes deberían conocer.
Se trata de una frase que bien podría resumir la idea central de este texto Es una frase que ustedes, si desean conocer todos estos secretos, y otros muchos que se esconden entre los rincones de la ciudad deberían tener muy en cuenta: "el que quiera saber, que vaya a Salamanca"
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