EL PICÓN DE LA MORA EN EL SOLSTICIO DE INVIERNO

"Hasta el día de Navidad, no es invierno de verdad" Refrán

Acaba de comenzar el invierno, justo a la hora que se publica este post, el lunes veintidós de diciembre a las cero horas y tres minutos hora de la península. 

El día del solsticio de invierno es el de menor duración del año. Un hecho circunstancial (sin relación con el inicio de las estaciones) se da también en esta época: el día del perihelio. Es el día del año que el Sol y la Tierra están más cerca. Esta mayor proximidad es la causa de que la Tierra se mueva más rápidamente a lo largo de su órbita elíptica durante el invierno (segunda ley de Kepler) y por lo tanto la duración de esta estación sea la menor.

En numerosas culturas se celebran fiestas y ceremonias especiales coincidiendo con el solsticio de invierno. En esta fecha, muchos pueblos celebraban ritos especiales durante la salida o la puesta del sol. Uno de ellos era el de los vettones. El Picón de la Mora, en la provincia de Salamanca, es un ejemplo. Se trata de un pequeño castro prerromano que podría datarse entre los siglos VI y III antes de Cristo.
La complejidad y monumentalidad de su sistema defensivo, choca con la escasa extensión del castro, que tiene poco más de una hectárea. Tres cuartas partes de esa superficie estarían dedicadas al caserío, el espacio restante podría dedicarse al ganado.
Resulta significativa la presencia extramuros de un santuario rupestre orientado al suroeste, hacia el río Huebra, de forma intencionada, haciendo que durante la puesta de sol sus rayos incidan directamente sobre los elementos tallados, en una zona u otra dependiendo de la época del año.
Es precisamente en el solsticio de invierno, durante la puesta de sol, cuando los rayos inciden sobre la pileta principal, como se puede ver en la foto siguiente.

Picón de la Mora, puesta de sol en el solsticio de invierno

Esto solo sucede en el solsticio de invierno, no sucede en el solsticio de verano. Probablemente se debe a que sería el rito principal de este santuario, lo cual no implica que no celebraran otros ritos durante el resto del año. 
El santuario consta de tres piletas talladas en tres rocas de forma escalonada y comunicadas entre sí. La pileta principal, vertería los líquidos del sacrificio a través de los dos únicos orificios de salida que tiene (uno de ellos es el arquito de la foto). Esos orificios van a dar a un canal que se divide en dos, volviéndose a unir después en uno solo, pasando bajo las otras dos piletas y continuando hacia abajo en dirección al río, aunque muy por encima de él. En estos canales verterían también los líquidos de las cazoletas de las otras dos piletas.
La existencia de este tipo de cultos debió estar profundamente arraigada, ya que existen numerosos complejos documentados en el Occidente de la Meseta, y centrados fundamentalmente en las provincias de Zamora y Salamanca, así como en Ávila y el NE de Portugal.
La foto es de mi hijo David. Este post lo escribí gracias a él y a Cris, ambos arqueólogos, que me proporcionaron información sobre el castro, y me ayudaron a entender la complejidad del santuario. Ellos lo conocen bien, ya que publicaron un estudio inédito sobre este santuario, después de descubrir su funcionamiento y su orientación a la puesta de sol. 
Es una pena que no se reconstruyan algunos de estos castros, para poder visitarlos y entender su funcionamiento, que es mucho más complejo de lo que yo he plasmado aquí. Pienso que atraería muchos visitantes.